martes, 10 de mayo de 2016

Tarde de lluvia

Esta tarde he salido a pasear bajo la lluvia, aunque mejor expresado: ¡¡BAJO LA MANTA DE AGUA QUE CAÍA!! Y sí, ¡que felicidad, que contento! ¡Como he disfrutado! Me he calzado mis botas de agua y me he puesto un trozo de plástico, con capucha y mangas que simula ser un impermeable, que compré hace un montón de años en una tienda de "Todo a 100", en El Tiemblo.
He bajado a la calle, y llovía, sí. He comenzado a caminar y, de pronto, las nubes han jarreado de manera inmisericorde. Han ido llenándose los huecos  de la carretera y mis pies me han llevado hacia ellos, hundiéndose en el agua y salpicando la misma sin consideración.  ¡Ohhhhh, que bien lo he pasado! He caminado calle abajo, sintiendo como los goterones chocaban contra el plástico, sin mojar mi ropa. He visto un banco (de los de sentarse) y allí me he dirigido alegremente. Me he sentado sobre él y así me he quedado un buen rato, absorta en tan magnífica sensación.
¿Que resulta mi conducta un tanto extraña? ¿Por qué? Me gusta la lluvia. ¡¡No, me encanta!! 
Quizás a otras personas, o a muchas, les guste también, y lo comprenderán. ¿Acaso no hay personas a las que les entusiasma el calor, y cuanto mas calorcito, mejor? Pues yo no soy de esas.
En fín, que ahora mismo estoy pletórica. ¡¡No digo más que voy a hacerle la cena a mi marido y no me importa!!
Conchita Zabala