Nací en Madrid,
hace ya unas cuantas décadas y hasta cumplidos los veinte no conocí otro lugar.
Esto se debía al estatus social al que yo pertenecía, y también a que eran
otros tiempos. Ahora las cosas han cambiado y los jóvenes viajan al
extranjero por placer, aunque también y como antes, para buscar el trabajo que
en su país no consiguen. Yo no me vi nunca en esa disyuntiva, ya que ni mi
familia tenía medios, y porque ni tan siquiera se les hubiera ocurrido
semejante “barbaridad”. Será por eso que quiero tanto a Madrid. Después de
cumplir la veintena, empecé a visitar otros lugares, que me
maravillaron, sobre todo el mar, que después de Madrid, es lo más bonito que
conozco. Esta experiencia me gustó, como digo, y he seguido practicándola
a lo largo de mi vida, aunque ahora me gusta mucho menos viajar.
Madrid lo tiene
todo. Es grande, bonita, acogedora y, sobre todo, abierta al mundo. Pasear por
Madrid es una delicia, si dejamos de lado el tráfico imposible de soportar a
determinadas horas, sobre todo. ¿Se imaginan paseando por el paseo del Prado
una mañana soleada de otoño? Yo lo disfruto de vez en cuando. Y disfruto de ese
cielo azul, limpio de nubes, con esa luz maravillosa y las hojas caídas
de los árboles que alfombran el suelo madrileño. Pasear por Madrid es disfrutar
del ambiente que colma todas las expectativas. La tranquilidad en el paseo es
una máxima en la ciudad; Disfrutar de la belleza de sus edificios; poder
descansar del paseo tomando un refresco en alguna de sus incontables terrazas,
llenas de juventud. Visitar bellos museos. Asistir a los mejores espectáculos,
y todo un sinfín de posibilidades que nos ofrece esta bellísima ciudad de
Madrid. Sé que hay muchas otras que gozan de sus mismas cualidades, pero no es
igual, al menos para mí y siempre que dejo Madrid por vacaciones, estoy
deseando volver a la vorágine de mi ciudad querida. Soy por tanto una madrileña
nata, gata por parte de madre y padre, y no conozco ni conocí a nadie de
mi familia que no fuese de aquí, aunque alguno debió existir que nos dejó
el apellido. Me gusta disfrutar de la naturaleza, pero luego regresar a mi
ritmo de vida, aunque sea menos sano.
Naturalmente,
en Madrid, como en cualquier otro lugar del mundo, hay gentes de todo tipo que
enturbian su belleza, pero esto no es culpa de la ciudad, sino de algunas de las
gentes que la habitan. Madrid abre sus brazos a todo aquel que quiera disfrutar
de lo que nos ofrece, que es tanto que conocerlo en su totalidad es casi
imposible. Definitivamente Madrid es bonita, regia, moderna, antigua,
turística, chulapona, verbenera, cálida…., acogedora…..
En fin….., De
Madrid al cielo.
Conchita Zabala
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