sábado, 7 de diciembre de 2013

El Marquesado de Vista Alegre


Disfrutando de una cena
Y sin previo requisito
Mi marido prometió 
llevar allí unos versitos  
Que le escribiría yo,
Contestando a un compañero,
Que junto a él se sentó.
Al parecer, “el vecino”
Se corresponde a este rol:
Tiene gafas, es bajito
Y una novia que es un sol. 
Ignoro su profesión,
Pero parece que tiene
Dotes de compositor.
A mi marido le dijo,
Mientras cenaban (con sorna),
Que tenía la intención
De componerle una copla
Haciendo en ella mención
Al Marqués de Vista Alegre”
(Aunque con mala intención…)
 Mas, ignora este señor
 Que meterse con mi esposo
 Resulta, sin más ni más,
 Cuando menos, enojoso.
 El se ha tomado a broma
 El título de marqués;
 Pues es cierto, ya lo ve. 
De tiempo viene a mi esposo.
Perteneció a un coronel,
Que por su trabajo honroso,
Concediéronle el honor, 
por su indudable valor,
De título tan famoso,
Del cual fué merecedor. 
 Fué Marqués de Vista Alegre  
El coronel ya citado, 
Un antepasado suyo, 
(De mi marido ¿Está claro? 
El título fué heredado
Por quien fue merecedor,
Hasta llegar a mi esposo,
Y él lo tiene guardado.
Contaré desde el principio:
Sucedió que en la batalla
Más sangrienta de una guerra
Hubieron de prevenir
El ataque que venía
Procedente de Agadir.
Y nadie verlo podía.
Y fué el coronel Urdiales
Quien con su vista alcanzara
A ver como el enemigo
A lo lejos se acercaba.
Viendo cuantos allí estaban
Cómo salvó de la muerte
A todos los que batallaban.
Y debido a que la vista
 Del grandioso antepasado
 Les produjo la alegría
 De la vida haber salvado,
 Fué que en la paz le darían
 (Por la vista que tenía)
 Tan singular marquesado.
De manera que, señor, 
Si es que piensa componerle
A mi esposo una canción,
Cuente que su condición
De “Marqués de Vista Alegre”
Es un título de honor,
Como aquí se le refiere. 

                  
 Conchita Zabala      

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