viernes, 18 de octubre de 2013

Un buen tirón de orejas



Nunca se sabe en qué momento puede resultar valiosa una ayuda, cualquiera que sea, y por muy increible que ésta parezca. Yo puedo dar fé de una muy singular, gracias a la cual, estoy segura de que aún continuo en el mundo de los vivos.  Me ocurrió durante el almuerzo de un jueves, cuando, de repente,  mi traquea quedó obstruída por un trozo del alimento que tomaba. Sentí que me ahogaba. No veía la forma de dejar libre mi garganta. Los compañeros que comían conmigo se asustaron e Ignacio Vargas se levantó para oprimir con fuerza mi estómago y obligar a aquello que tuviera allí a salir despedido,  mientras que mis compañeros de mesa quedaron con el cubierto a varios centímetros de la boca, que tenían abierta, más debido al susto que a la intención de comer. No hizo falta. De repente, la que sería mi salvadora, conocedora de los remedios más extraños, se levantó con rapidez y enganchando con sus manos mis dos orejas, pegó un tremendo tirón de ellas, hacia arriba, siendo que inmediatamente la comida circuló hacia el estómago con toda normalidad, quedando yo sorprendida por la facilidad con que desaparecieron  los ahogos producidos por el atranco.
La situación resultó graciosa: Yo, ahogándome y gimiendo por la falta de aire, y ella tirándome de las orejas. No recuerdo qué pensé, pero seguro que la estampa debió quedar de lo más chistoso. A posteriori hemos reído mucho pensando en el “númerito”.
Risas aparte, sirva ésto para considerar que cualquier remedio, por ridículo que parezca, puede llegar, incluso, a salvar una vida. Nunca hubiera imaginado que un simple tirón de orejas (hacia arriba) pudiera ser tan efectivo. En fín….., “nunca te acostarás sin saber una cosa más”
Despues de este suceso, hemos sabido que la salvadora de esta historia tiene otros remedios, igual de “domésticos”, para otras situaciones puntuales como ésta a la que hoy me he referido, y que daremos a conocer en caso de que fuera  necesario
Quizás debería hacerse mención de este suceso en la revista de la ofi , para conocimiento general de algo no habitual en el contenido de dicha revista..
Desde aquí le doy las gracias a mis compañeros y les pido perdón por el susto que les dí aquel aciago día.

 

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