Nunca se sabe en qué momento puede resultar valiosa
una ayuda, cualquiera que sea, y por muy increible que ésta parezca. Yo puedo
dar fé de una muy singular, gracias a la cual, estoy segura de que aún continuo
en el mundo de los vivos. Me ocurrió
durante el almuerzo de un jueves, cuando, de repente, mi traquea quedó obstruída por un trozo del
alimento que tomaba. Sentí que me ahogaba. No veía la forma de dejar libre mi
garganta. Los compañeros que comían conmigo se asustaron e Ignacio Vargas se
levantó para oprimir con fuerza mi estómago y obligar a aquello que tuviera
allí a salir despedido, mientras que mis compañeros de mesa quedaron con el cubierto a varios
centímetros de la boca, que tenían abierta, más debido al susto que a la
intención de comer. No hizo falta. De repente, la que sería mi salvadora, conocedora
de los remedios más extraños, se levantó con rapidez y enganchando con sus
manos mis dos orejas, pegó un tremendo tirón de ellas, hacia arriba, siendo que
inmediatamente la comida circuló hacia el estómago con toda normalidad,
quedando yo sorprendida por la facilidad con que desaparecieron los ahogos producidos por el atranco.
La situación resultó graciosa: Yo, ahogándome y
gimiendo por la falta de aire, y ella tirándome de las orejas. No
recuerdo qué pensé, pero seguro que la estampa debió quedar de lo más chistoso.
A posteriori hemos reído mucho pensando en el “númerito”.
Risas aparte, sirva ésto para considerar que
cualquier remedio, por ridículo que parezca, puede llegar, incluso, a salvar
una vida. Nunca hubiera imaginado que un simple tirón de orejas (hacia arriba)
pudiera ser tan efectivo. En fín….., “nunca te acostarás sin saber una cosa
más”
Despues de este suceso, hemos
sabido que la salvadora de esta historia tiene otros
remedios, igual de “domésticos”, para otras situaciones puntuales como ésta a
la que hoy me he referido, y que daremos a conocer en caso de que fuera necesario
Quizás debería hacerse mención de este suceso en la
revista de la ofi , para conocimiento general de algo no habitual en el
contenido de dicha revista..
Desde aquí le doy las gracias a mis compañeros y les pido perdón por el susto que les dí aquel aciago día.
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